Nacido en una familia de varias generaciones de panaderos, empezó su experiencia en el mundo del pan a temprana edad en el negocio familiar. Desde muy pequeño llevaba el pan en las venas, ya que tenía su casa justo encima de una panadería artesanal en el municipio de Carral, una pequeña población tradicional reconocida por la excepcional calidad de su pan.
Durante este tiempo su zona de juegos fue el horno familiar, donde se imaginaba miles de historias diferentes y donde existían a su alrededor muchísimos lugares sin explorar. Para él, un cesto de pan se convertía en una pequeña casa, un coche o simplemente en su mejor compañero de aventuras.
Tras cuatro años su familia decidió trasladarse a Coruña, y el lugar que eligieron para echar raíces fue encima de un pequeño obrador de panadería. Justo aquí es donde Iván conserva sus primeros recuerdos de unas pequeñas cañitas de hojaldre con crema muy calientes recién salidas del horno, y es ahora este mismo olor el que le recuerda a su niñez. A pesar de su temprana edad, comenzó a tener sus primeras experiencias haciendo rosquillas, jugando con las masas, pasando horas y horas en el obrador… Fue justo ese momento en el que sus padres decidieron hacerle un pequeño uniforme a medida con un gorro y unas alpargatas blancas iguales a las que lucía su padre en el obrador. Uno de sus ejemplos a seguir.